Las inversiones se acercan a los países que ofrecen previsibilidad, reglas de juego claras y estables, respeto a las instituciones. No basta el contrapeso de los tres poderes del Estado. Se necesitan otros dos factores clave: medios de comunicación robustos e instituciones intermedias sólidas. Terreno de los profesionales de asuntos públicos.
Las democracias se fortalecen con medios de comunicación libres, ideológicamente variados: más voces, más representatividad de las minorías, más control de los poderes del Estado. CNN, NBC y ABC obligan a Trump a andar con algo de cuidado, como Fox y el Wall Street Journal lo hacían con Obama. Lo mismo en nuestras pampas o en cualquier otro país.
Las democracias también se hacen más sólidas si las instituciones intermedias lo son. Las asociaciones profesionales, las cámaras empresariales, las universidades, las ONGs, los think tanks y otras formas asociativas –también los partidos políticos– moderan la asimetría entre el Estado y el individuo, o entre el Estado y la empresa. Instituciones intermedias más fuertes: kryptonita para el autoritarismo.
No se trata sólo de proteger la reputación de las empresas, sino de mantener saludable el ecosistema social, político y económico en el que operan:
Inversión publicitaria. La vieja escuela intercambiaba pauta por favores. Polémico. La versión republicana de esa práctica propone apoyar a medios y periodistas independientes para asegurar la pluralidad de voces, sin otra contraprestación que contribuir a su independencia del gobierno. El que sea. Y mejorar así el clima de negocios.
Cámaras empresariales. El más obvio de sus objetivos es defender los intereses de un sector. Cuanto más poder tienen, menor es el riesgo de arbitrariedades en su contra. La fórmula: participación activa y financiamiento. Y alianza con otras: la unión hace la fuerza.
Asociaciones profesionales. Desde la Edad Media, los viejos gremios sirvieron para fortalecer a los individuos que, solos, eran débiles frente al señor feudal. Hacia adentro, generan capacitación y ayuda mutua. Hacia afuera, si no son endogámicos, thought leadership.
Los profesionales de los asuntos públicos hacen algo más que proteger la reputación y el marco regulatorio de las empresas para las que trabajan. De algún modo contribuyen a blindar la democracia. O pueden hacerlo.
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